29 de junio de 2011

Labrando una vida

No sé si lo que hago está bien, o si voy por el camino correcto. Qué más da. ¿Quién tiene que decir cuál es el sendero bueno y cuáles los malos? Improvisaré. Haré lo que crea que está bien, lo que me llene, lo que me impulse a seguir adelante. No importarán las opiniones ajenas. Tropezaré no menos de mil veces, pero me volveré a levantar; me confundiré de senda otras mil veces, pero volveré a encontrar el camino. Me labraré yo sola mi lugar en este mundo. Seguiré mi instinto. Y lo haré bien. A mi manera.

27 de junio de 2011

Otro adiós

Abres los ojos y miras alrededor. Y es cuando te das cuenta de que todo tu mundo, ese que creaste ladrillo a ladrillo, piedra sobre piedra, se desmorona. Ya no existe. Ha pasado de ser tu día a día a convertirse en un sinsentido, en un pequeño recuerdo que en su momento de esplendor pudo compararse con la magnificencia de un palacio. Te duele ver escaparse su estela, dejando únicamente las ruinas de una fortificación deshecha por los golpes de la vida. De tu vida.
Pero sonríes porque tras la caída de algo bonito se construye algo mejor. Poco a poco, con cuidado de que la torre de cartas no se tambalee y caiga, sino que siga creciendo en vertical. Hacia el cielo, entre felicidad.

15 de junio de 2011

Monotonía

Suspiro. Oigo el ronroneo de los coches desde mi habitación, intentando concentrarme. Pensar. Un remolino de sensaciones contradictorias se agolpan en mi cabeza, martilleando mi cerebro. ¿Pienso? Lo intento, pero no deduzco nada. Y sigo aquí, como muerta, sin sacar conclusiones, sin ser capaz de dar un paso, por miedo a que salga mal. Tal vez las cosas deban quedarse como están. Escucho a personas que conversan al caer de mi casa, andando. Se alejan. Puede que ellos tengan las cosas más fáciles... ¿o no? A lo mejor el destino es el que va a barajarme las cartas, porque yo lo intento pero... sigo fracasando. Caigo, y vuelvo a caer. Por favor, azar, dame un respiro. Necesito ser feliz.

7 de junio de 2011

Añoranza

¿Sabes? A veces, cuando creo que todo ha acabado, te veo ahí. En ese banco roído, castigado, donde mil personas se han sentado a descansar y observar el rumbo de la gente. O a la gente sin rumbo. Donde, si me siento sola, te encuentro. Aunque sólo seas un recuerdo, una figura derruida por el tiempo. Una figura que ha terminado siendo un leve espectro en el aire que se dilata con el paso de los años, que pierde tu forma, las facciones de tu rostro. Aun así, sé que sigues ahí. Esperándome tranquilo. Apaciguado por el sueño que nubló tus ojos.
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